Había por los mares del caribe, hace mucho, mucho tiempo, un barco pirata al que todo el mundo temía. Sobre él, doscientos marineros, todos vestidos de negro, con su pata de palo y con su parche en el ojo, buscaban un tesoro oculto bajo doscientos metros de agua de un galeón español hundido, el galeón Buenafortuna.
El capitán del barco se llamaba Manthink Deal pero todos le conocían por Man, al barco le llamaban Deathly Seals. Al pirata Man le gustaba dar las órdenes desde el puente de mando y que sus hombres cantasen mientras faenaban, si se puede decir así. La canción que cantaban decía algo así:
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