Gwendo el Mandolín

La Estraodrinaria Historia de Gwendo comienza así:

 

Si os cuento que nací en una fábrica de guitarras pensaréis que soy muy pobre o que estoy algo loco, pero no es así. En realidad, no puedo decir que naciera sino más bien que me hicieron, me fabricaron escogiendo los mejores materiales, concretamente la mejor madera de un bosque de Arkansas y, cuando me terminaron, el Profesor Elmer hizo las pruebas oportunas.

Comprobaron que sonaba bien y que daba todas las notas, pero sucedió algo extraño. Cuando el profesor ponía el “do” sonaba un extraño chirrido que no era capaz de arreglar. Una y otra vez daba las notas y ponía empeño apretando aquí o aflojando allá, pero nada. No era capaz de dar un buen “do”.

Total, que harto ya de intentar arreglarme me puso en el escaparate al mejor precio que pudo. Mi precio era la mitad que el del resto de las mandolinas. Elmer me miraba todas las mañanas mientras se rascaba la cabeza una y otra vez porque no comprendía la razón por la que desafinaba sólo en la nota “do”.

El caso es que me cogió cariño, pese a todo, porque puso todo su empeño en hacerme bien, escogió los mejores materiales y, con el mayor de los cuidados, me fue uniendo o pegando para construirme. Por eso, para él era una mandolina especial, tanto, que bordó unas letras de oro bajo las cuerdas bautizándome como “Gwendo el mandolín”.

 

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Cuentos Para Teresa

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Vicente Boado Quijano vbq2012@gmail.com