Hace años, muchos, muchos años, había una ciudad grande y hermosa toda revestida de oro donde las riquezas abundaban. A los habitantes de esa ciudad nunca les faltaba de nada.
Las murallas de la ciudad brillaban tanto que se veía a cientos de kilómetros de distancia y en el interior de la ciudad todas las casas estaban construidas con ladrillos de oro. Todos los habitantes de la ciudad eran inmensamente ricos, pero el más rico de todos era el Rey.